La conspiración contra Jesucristo (parte 1)

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         El objetivo o propósito de Dios Padre en relación con toda la existencia, está en su Hijo Jesucristo a quien le rinde un agasajo y como obsequio todo lo que existe: “para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (1 Corintios 8.6 – RVR60). Debido al existir de Jesucristo es la causa del origen de todo lo demás, inclusive del séquito celestial y el motivo por el cual nacen en este mundo los seres humanos:

 

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1.15 al 20 – RVR60).

 

         Así el pasaje anterior explica, acerca del Hijo de Dios como el primero de todo lo creado: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos 1.6 – RVR60). Jesucristo es el primer ser celestial, porque Dios Padre es invisible, pero su Hijo es el primer ser visible, con la esencia y sustancia de eternidad, quien es el motivo del resto de la creación existente, ya sea celestial o terrenal, visible e invisible, esto implica lo espacial, material y temporal, lo macro y lo micro, inclusive todo lo relacionado con la energía y el cosmos. El Hijo es anterior a la creación, porque todo depende y subsiste a partir del principio de la existencia del Hijo de Dios, quien tiene toda la plenitud y preeminencia de heredar lo que es suyo, porque le pertenece como una dádiva o regalo del Padre. Esto provoca un rompimiento de la armonía y relación del séquito celestial, cuya ruptura requiere posteriormente la reconciliación, tanto de lo celestial como de lo terrenal.

 

         Esta primera conspiración contra el Hijo de Dios a nivel celestial, se replica entre los humanos a nivel terrenal. La parábola de la viña arrendada a unos labradores menciona lo siguiente: “Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto. Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra” (Lucas 20.12 al 14 – RVR60). Según esta parábola se presenta una conspiración, luego de rechazar a los profetas enviados por Dios Padre, también desechan al Hijo de Dios. Los conspiradores se sienten aludidos y Jesús les dice: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos” (Mateo 21.43 al 45 – RVR60).

 

         Por ejemplo, la Biblia menciona lo que es figura y sombra de lo celestial: “los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte” (Hebreos 8.5 – RVR60). También se dice: “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9.23 al 24 – RVR60).

 

         La vida requiere una profunda evocación retrospectiva para traer a la memoria el recuerdo de nuestra indecisión de inocencia angelical. Nuestra primera experiencia de vida tiene su origen en el séquito celestial, pero la inocencia se presenta acompañada de la incertidumbre del momento, debido a la perplejidad provocada por la causa de la rebelión de los ángeles caídos. Esta situación origina el envío de los ángeles indecisos en forma de seres humanos para tomar una decisión y resolución definitiva. Venimos a este mundo figurativamente como ciegos, a pesar de tener la respuesta visible frente a nuestra mirada, en relación con los principios y valores demostrados por Jesucristo: “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1.8 al 9 – RVR60). El origen de la vida de ninguna manera es humano, sino que es celestial, la humanidad es solamente una transición para regresar a nuestra casa celestial, quienes tienen una preexistencia, así como Jesucristo preexistía en su primera venida con su nacimiento como humano:

 

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14.1 al 3 – RVR60).

 

         En nuestro dormitar con escenas de sueños, algunas de las mismas corresponden a un proceso fisiológico natural de la biología y genética del ser humano, otras refieren a la activación de recuerdos pasados del principio y procedencia celestial, de nuestro génesis existencial y vivencial. Jesucristo dijo:

 

“Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste” (Juan 17.5 al 8 – RVR60).

 

         Por lo tanto, nuestro origen de ninguna manera se inicia con lo terrenal, sino que es fuera de este mundo, porque nuestra existencia parte de la creación celestial, según la energía y poder de Dios Padre (el subrayado es nuestro):

 

“quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1.9 al 10 – RVR60).

 

         La indecisión del pasado para nada es excusa para rehusar por negación u omisión la responsabilidad, sino un reanudar a consciencia el destino original, mediante un despertar por la revelación de Dios:

 

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios” (Filipenses 3.12 al 15 – RVR60).

 

         Entonces, ¿de dónde procede la activación del llamamiento en cada persona?, sino de la inspiración de origen divino. Así dice Pedro en una de sus epístolas:

 

“Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas” (2 Pedro 1.11 al 15 – RVR60).

 

         El Hijo es superior al séquito celestial, sin embargo, sufre una conspiración de los ángeles caídos. La superioridad está demostrada en el siguiente pasaje: “Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1.13 al 14 – RVR60). Pero el suceso de los enemigos conspiradores celestiales, se repite con una conspiración subversiva terrenal. Esta vez como enemigos aquellos que en su primera indecisión, ahora confirman su oposición a la fidelidad y lealtad a nuestro Señor:

 

“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2.32 al 36 – RVR60).

 

         Pero se aproxima el cumplimiento del tiempo de la expresión: “hasta”, o sea, el fin o término. La Biblia tiene muchos símbolos que requieren la comprensión y entendimiento de su significado figurativo. Por ejemplo, el profeta Zacarías menciona a Jehová como muro de fuego en derredor, el sufrir las consecuencias de lesionar la obra de Dios como si se tocara a la niña de su propio ojo, el callar delante de Dios porque él se ha levantado de su santa morada:

 

“Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella. Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová. Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió. Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada” (Zacarías 2.3 al 13 – RVR60).

 

         ¿Qué significa toda esta simbología y cuál es su relación con la conspiración contra Jesucristo? La Biblia dice acerca de los enemigos de Cristo lo siguiente: “¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10.29 al 31 – RVR60). Jesucristo menciona un juicio a las naciones, además de una heredad del reino preparado desde la fundación del mundo:

 

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25.31 al 34 – RVR60).

 

         Una de las claves es la mención de las naciones que realizan despojos, en otras palabras, aquellas naciones que quitan o privan a sus habitantes de su posesión más valiosa, en este caso otra clave es cuando se menciona el menosprecio a la sangre de Cristo de la santificación, con afrenta al Espíritu Santo. Esto significa que lo más preciado es Jesucristo mismo y lo que representa, ya sea para la consagración y santificación del ser humano. Ya no es un asunto de una nación o ciudad encerrada entre las murallas, sino la apertura en todo el planeta comparado con los cuatro puntos cardinales, sin fronteras o muros, sino esparcidos con escape de lo que simboliza Babilonia, aunque se menciona la huída de las tierras del norte. Jehová será un muro de fuego en derredor, esta alusión al fuego tiene relación con el calor y la temperatura, situación similar a la presentada con la Edad del Calentamiento Global. Dios es consciente de esta situación mundial y de las consecuencias del Cambio Climático, pero el ser humano como administrador del medio ambiente es responsable de su propia administración del hábitat donde convive. Además el Calentamiento Global es la señal más evidente y prominente de la Segunda Venida de Jesucristo. El año 2020 con el uso del cubre boca y nasal a nivel mundial, es un símbolo de callar ante Dios todo el Planeta Tierra y de ofrecer respeto y reverencia a la voluntad del Creador.

 

         Pero que podría representar que el Señor se ha levantado de su santa morada, cuando se dijo que está sentado a la diestra del Padre, hasta que ponga a sus enemigos por estrado de sus pies, o sea, cuando se haga justicia y juicio con su segunda venida: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16 al 17 – RVR60). El ángel de Jehová es el mismo arcángel Miguel, principal y príncipe entre los ángeles, que se levantará en el tiempo del fin: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12.1 al 2 – RVR60).

 

         El ofrecer respeto y reverencia a Dios y su correspondiente voluntad, tiene antecedentes o precedentes mostrados como ejemplo en las ciudades de Sodoma y de Gomorra:

 

“y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2.6 al 9 – RVR60).

 

         La conducta de los habitantes de Sodoma y de Gomorra, corresponden a un claro desafío y rebeldía ante la consagración y santidad a nuestro Señor: “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré” (Génesis 18.20 al 21 – RVR60). Así en la actualidad el mundo se encuentra desbocado en blasfemia y conspiración contra la obra del derramamiento de sangre y sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, inmerso en las distracciones de toda índole en el tiempo del fin y ajenos al verdadero camino de salvación:

 

“Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot” (Lucas 17.28 al 32 – RVR60).

 

         La palabra de Dios parece dura y fuerte pero se ajusta a la realidad. El ser humano ha sido irresponsable ante Dios y tiene que asumir las consecuencias. Jesús dice lo siguiente: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” (Lucas 13.34 al 35 – RVR60). La Edad del Calentamiento Global anuncia la proximidad al tiempo del fin, donde la segunda venida de Jesucristo está a las puertas, a un paso de su regreso:

 

“Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3.5 al 7 – RVR60).

 

         El Calentamiento Global no tiene marcha atrás, es irreversible, la palabra de Dios se cumple al pie de la letra. Veremos como muchos gobiernos de las naciones han ejecutado y legislado una conspiración contra Jesucristo, para fomentar y promover el pecado y la transgresión ante la voluntad de Dios. El Calentamiento Global es el medio mundial para llamar la atención de sus habitantes, reconocer que las altas temperaturas y el calor requieren la intervención de un poder divino superior. La promesa de los cielos nuevos y nueva tierra es el retorno a la casa celestial, seremos como ángeles con cuerpo transformado, donde mora la justicia de Dios:

 

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3.10 al 13 – RVR60).

 

         Cuando la Biblia menciona a Jehová de los ejércitos, se refiere a los ejércitos celestiales, por ejemplo la referencia indicada en el Apocalipsis o Revelación: “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos” (Apocalipsis 19.13 al 14 – RVR60). Así se acompaña Jesucristo en su segunda venida: “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1.7 al 8 – RVR60). El único arcángel conocido celestialmente como Miguel, lleva el nombre de Jesucristo entre los seres humanos, pero regresa de nuevo en su condición anterior de celestial, siempre encargado principal del séquito celestial: “quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (1 Pedro 3.22 – RVR60). Por esta razón Jesucristo dijo: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13.41 al 43 – RVR60).

 

         Además dice lo siguiente: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16.26 al 27 – RVR60). También agrega: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24.30 al 31 – RVR60). Esta autoridad celestial de Jesucristo como el arcángel de Dios, también la encontramos en el siguiente pasaje del evangelio, cuando fue aprehendido:

 

“¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron” (Mateo 26.53 al 56 – RVR60).

 

CONTINUARÁ…

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