Porque muchos son llamados y pocos escogidos│Formación

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La mayoría de las personas conocen el nombre de Jesucristo, pero ¿cuántas saben lo que enseñó? ¿Cuál fue su misión? ¿Qué es lo que distingue a sus verdaderos seguidores? ¿Quiénes lo representan realmente?

Porque muchos son llamados y pocos escogidos│Formación

 

En cierta ocasión Jesús declaró: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Su advertencia debe motivarnos a analizar detenidamente nuestras creencias y conceptos religiosos. ¿Por qué? Porque muchos que aseguran ser seguidores de Cristo y que afirman haber hecho muchas obras en su nombre, serán rechazados por él, quien les dirá: “Nunca os conocí” (v. 23).

¿Cómo, entonces, vamos a diferenciar a los verdaderos discípulos de Cristo, aquellos que realmente están haciendo la voluntad del Padre, de los que lo llaman “Señor” pero se niegan a hacer su voluntad?

En la actualidad existen miles de grupos y organizaciones religiosos que afirman ser cristianos y poseedores de ese algo especial que les otorga la aprobación de Dios. La mayoría de los grupos que profesan ser cristianos se consideran a sí mismos como “llamados” y “escogidos” por Dios. Incluso hay muchos grupos religiosos no cristianos que creen que han sido elegidos divinamente.

Sea cual sea nuestro punto de vista, el panorama religioso actual es muy confuso. No debe sorprendernos que millones de personas desconfíen de toda clase de religión. ¿Es acaso posible encontrar la verdad en esta maraña religiosa?

Sí es posible, siempre y cuando estemos dispuestos a analizar honradamente los hechos y aceptar la verdad tal como se revela en las Sagradas Escrituras.

Jesucristo es una realidad: fue resucitado y está vivo. Su influencia en el mundo ha sido muy superior a la de cualquier otra persona en toda la historia de la humanidad.

La mayoría de las personas conocen el nombre de Jesucristo, pero ¿cuántas saben lo que enseñó? ¿Cuál fue su misión? ¿Qué es lo que distingue a sus verdaderos seguidores? ¿Quiénes lo representan realmente?

Jesús dijo: “Edificaré mi iglesia”. La voz griega de la que se tradujo “iglesia” en la Biblia es ekklesía , que significa una asamblea o reunión de los “llamados” o “convocados”. El Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento, de W.E. Vine, explica de esta manera la etimología de ekklesía : “de ek , fuera de, y klêsis , un llamamiento ( kaleõ , llamar), [esta palabra] se usaba entre los griegos [para referirse a] un cuerpo de ciudadanos reunido para considerar asuntos de Estado, Hechos 19:39” (Libros CLIE19841:150).

En Hebreos 12:23 se habla de este grupo de creyentes como “la congregación de los primogénitos”. En 1 Timoteo 3:15 el apóstol Pablo los llama “la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”.

 
 

                                    

Los peligros del engaño

Jesús nos advierte que “ estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateos 7:14). ¿Debe sorprendernos esto? Cuando la gente no está de acuerdo con las palabras de Jesús, simplemente hace caso omiso de ellas. No obstante, a los que verdaderamente quieren ser sus discípulos, Jesús les dice: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (v. 13).

Aun si uno llega a ser un verdadero seguidor de Cristo, existe el peligro de que sea atrapado nuevamente en alguna de las incontables trampas de Satanás, el peor enemigo de todos aquellos que quieren llegar a ser como Jesús. El apóstol Pablo manifestó su preocupación por los que habían sido convertidos al cristianismo por medio de su predicación y enseñanza:

“Temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11:3-4).

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