Los Tres Tipos de Conocimiento (parte 3)

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La personalidad de los Discípulos de Jesucristo.

El conocimiento natural comparado

 

         La sociedad actual se encuentra muy afanada con muchos quehaceres para obtener bienes y servicios, valora al ser humano en la medida de los bienes y servicios logrados, se ha convertido en una sociedad materialista. El conocimiento natural se basa en la propia facultad humana y las consideradas leyes naturales, necesarias para la subsistencia del ser humano. En el sentido figurado este tipo de conocimiento corresponde al gobierno del primer cielo o primer grado de conciencia. Por ejemplo, todo lo referente a las actividades económicas, empresariales, industriales y financieras, lo civil en la relación e intereses entre ciudadanos, el cuidado de la ecología o medio ambiente, los espectáculos artísticos, canto, culturales y deportivos, el intercambio comercial y laboral, lo militar, los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, lo político en el gobierno de las naciones, la salubridad, la seguridad pública, entre otros.

 

         El mundo de los ajenos a Dios, rehúye un compromiso y la responsabilidad ante el Creador, esta vida natural de las personas, posibilita sobrevivir en el mundo físico, desde el nacimiento hasta la muerte sin depender de glorificar y honrar a Dios. Esto debido a las facultades propias e innatas del ser humano: antropológico, biológico, corporal, ecológico, fisiológico, genético, social y civil, su relación con otras ciencias, el arte, economía, filosofía y política. La persona sobrevive por méritos propios de la vida natural, sin necesidad de trascender al plano espiritual, sino con base en las oportunidades presentadas en la vida, como académica, empleo, ocupación habitual u oficio, salario, salud, profesión o trabajo.

 

         Este conocimiento natural es inagotable y no tiene límites, tal es el caso del poder legislativo, que nunca se termina de legislar en cada periodo de gobierno establecido en cada país, permanentemente surgen nuevas necesidades propias de cada cultura y región, cambios, evolución y tecnología. Durante el tiempo se presentan situaciones en el diario vivir y en la convivencia con los demás, donde se requiere actualización o nueva regulación, según cada época y las leyes civiles requerida.

 

         El ámbito espiritual y de las religiones, no se contempla en el conocimiento natural, sino que escala a otro nivel de conciencia, porque dentro del ámbito natural puede estar enclavado un sector de la población mundial, con la negación de la existencia de un Dios personal y Creador de lo natural, contrario al conocimiento para la adoración, alabanza y servicio al Dios verdadero. Este sector natural se fundamenta en las cuatro “i”, a saber: la incredulidad, indecisión, indiferencia y la  ignorancia, en relación con el escepticismo de la conciencia sin fe y el materialismo, con duda respecto a la creencia religiosa y a la sustancia espiritual, sin la sensibilidad al desapego de lo superficial y terrenal.

 

         El sentido del éxito de la vida es lograr alcanzar el conocimiento y temor de Dios con equilibrio y sentido común, sin caer en extremos relativistas: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12.13 – RVR60). Los últimos tiempos ya los estamos viviendo, la venida de Jesucristo cada vez está más cerca, a Daniel en el libro profético, mucho antes del primer siglo de la era cristiana se le dice: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12.4 – RVR60). Estamos en tiempos en que la ciencia ha aumentado, muchos corren de aquí para allá, a través de veloces aviones, barcos, trenes y vehículos, la competencia comercial, la globalización, el aumento del estrés y de la violencia, se requiere en estos momentos de una total coherencia y una sólida comunión con Dios en la unidad con su Espíritu Santo.

 

         Hay casos donde la Biblia habla del mundo en alusión al pecado, se refiere al orden injusto establecido en nuestro planeta, costumbres del paganismo y politeísmo, la distribución injusta de la riqueza mundial, las estructuras socioeconómicas de deudas y usura, las políticas y sistemas de dominación perjudiciales del empobrecimiento para el ser humano, donde se impera la decadencia, la transgresión y la muerte (Juan 15.18 al 20; Santiago 4.4; 1 Juan 2.15 al 17, 3.3 al 13, 4.4 al 6, 5.4 al 5,17 al 19). El pecado esclaviza al hombre y lo condena, la Escritura dice que si el justo con dificultad se salva: ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador? (1 Pedro 4.18; Juan 3.19, 8.34).

 

Muchos son llamados, y pocos escogidos

 

         En cada conocimiento actúa un tipo de libre albedrío, por ejemplo, el natural decide cuál ocupación, oficio o profesión ejercer, ya sea por medio de capacitación académica o empírico, a través del aprendizaje autodidacta y de otras formas de estudio y preparación. Mientras tanto, el espiritual toma decisiones acerca de cuál comunidad espiritual o de fe, congregación, denominación, iglesia o religión cristiana va a creer, participar y seguir, con el sentido de pertenencia, ya sea pasivamente solo creyente o activamente como practicante. El libre albedrío celestial es el libre albedrío de los practicantes que deciden con firmeza ser como Jesucristo, en acciones, obra y práctica, según el ejemplo y modelo de Jesús.

 

         Cada conocimiento tiene un radio de acción y alcance infinito, debido a su propia legislación, con la característica que tiene un desarrollo y movimiento interminable. Por el motivo o razón que en el caso del mundo o reino natural, se rige por todas las leyes de cada estado, nación o país, sus instructivos y reglamentos, tanto en lo ejecutivo, judicial y legislativo, además de lo científico, laboral y tecnológico, entre otros. En el caso de lo espiritual, existen tantas comunidades de fe, congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, según la cantidad de credos, creencias establecidas, reglamentos eclesiásticos, tradiciones, entre otros. Pero en el juicio final, en el rendimiento de cuentas ante Dios, cada persona responde por sus acciones o actos en forma individual y no por la colectividad. Aunque nadie queda exento o impune bajo su propia responsabilidad, por haber pertenecido a cierto grupo específico de congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, en los grupos donde a Cristo no se le rinde la debida supremacía y el debido reconocimiento en adoración y alabanza.

 

         Jesucristo dijo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 20.16 y 22.14 – RVR60). Ciertamente hubo época en donde había mucha restricción para acceder a las copias de la Biblia, no existía la imprenta o con su invención el costo de impresión era muy elevado, además en relación con las versiones se escaseaban las traducciones en otros idiomas. Esto ocasionaba una mayor ignorancia masiva en el conocimiento de la lectura directa de la palabra de Dios. Entre las desventajas y ventajas, según se analice y considere, era más fácil controlar la unidad de interpretación bíblica o la hermenéutica, mediante la homilía o sermón dado a conocer al pueblo, por parte de los ministros o magisterio. La enseñanza tenía un formato más centralizado: poder central y centro común. Sin embargo, la tendencia ha sido el fraccionamiento eclesiástico del cristianismo, debido a la gran diversidad de comentarios, interpretaciones y opiniones de tesis personal, realizada a la Biblia. Por consiguiente la consecución de seguidores para cada una de las propuestas. Históricamente predomina la costumbre, intolerancia religiosa, mitos, ritos y tradiciones, con la ignorancia en general.

 

         El conocimiento natural influye una interacción hacia el conocimiento espiritual y religioso. También surgen las personas que son observadoras, analíticas y críticas, con sentido crítico, objetivo o científico. Por ejemplo, se creía en la Tierra como plana y alguno afirmó su redondez (Isaías 40.22), también la rotación del planeta o la traslación en torno al sol, entonces se le amenazó al proponente con ser quemado en la hoguera, por ser considerado un hereje sin retractar.

 

         La ciencia ha contribuido de muchas formas a adquirir conocimiento, para mejorar la calidad de vida y la longevidad de la humanidad. La tecnología aporta el beneficio social en información y telecomunicaciones, la accesibilidad a extender por todo el mundo la formación académica e intelectual, en especial contribuye a cumplir el anuncio de llevar el evangelio hasta el último rincón del planeta. La educación formal es fundamental en el crecimiento y desarrollo de los llamados, por la oportunidad de la alfabetización. Quienes se conforman con conocer la lectura de la Biblia, sin practicar la misma se quedan como espirituales, mientras que los practicantes aplican el ejercicio de acciones permanentes, no solamente la celebración o rito ocasional, sino constantemente con perseverancia son obedientes siempre, con toda consagración y santidad.

 

         Los muchos llamados podrían ser todos creyentes, en el caso de los pocos escogidos pueden ser los verdaderos practicantes, por ejemplo, se dice de la ley: “porque no son los oidores… los justos ante Dios, sino los hacedores… serán justificados” (Romanos 2.13 – RVR60). Un ejemplo se presenta en el tiempo del diluvio, donde Noe pregona, o sea, da el anuncio y avisa, sin embargo, la palabra dice: “… en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvas…” (1 Pedro 3.20 – RVR60). El profeta Elías en cierta ocasión invoca a Dios: “… Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal” (Romanos 10.2 al 4 – RVR60).

 

         El llamado se presenta al Faraón en Egipto, donde no creyeron a Dios, menos practicaron su voluntad: “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra” (Romanos 9.17 – RVR60). Los llamados están en todas partes de la tierra, es el anuncio del nombre de Dios hasta el último rincón del planeta.

 

         La rigidez de fundamentar las creencias como enseñanza eclesiástica, es el drástico hermetismo para cambiar, corregir y rectificar lo erróneo durante el paso del tiempo. Por ejemplo, hubo época en la administración de la iglesia por medio de líderes de la jerarquía eclesiástica, donde de forma flexible se pudo escuchar las iniciativas de reforma de Martín Lutero con sus noventa y cinco tesis, en su lucha contra lo considerado como abusos y errores de la iglesia, sin embargo, la reacción fue de intimarle con autoridad y fuerza para que se retractara. Luego recibe una condena y excomunión, al final fracasa también por cierta actitud propia de intransigencia. La iglesia oficial en lugar de dialogar termina en una contrarreforma. Lutero desiste de la unidad y sin pretenderlo es el origen de un cristianismo fraccionado, entre bandos que inclusive se olvidan de la fe de Cristo y llegan a cruentas guerras y exterminio de creyentes. Prevalece la división, enemistad, intolerancia, las luchas de poder y odio. También entre occidente y oriente.

 

         Todo este mundo espiritual y religioso, esté donde esté, o sea, en la congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, ya sea independiente o tradicional, centenaria o milenaria, sea cualquiera que sea, requieren trascender al conocimiento celestial de Cristo, para aspirar a rendir cuentas dignamente ante Dios Padre y Creador. Muchos se creen los grandes apologistas o defensores de sus propias creencias, pocos son practicantes a semejanza de Jesucristo como se analizará en profundidad a continuación.

 

 

Jesucristo transmite el conocimiento celestial

 

         Jesucristo transmite el conocimiento celestial: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra” (Juan 8.42 y 43 – RVR60).

 

         En la época o tiempo de Jesús, con independencia de las creencias del judío, ya sea la creencia como doctor o intérprete de la ley, escriba, fariseo, integrante del sanedrín, sacerdote, saduceo o sumo sacerdote, a pesar de sus diferencias en las creencias, por ejemplo entre fariseos y saduceos en el tema de ángel, espíritu o resurrección (Mateo 22.23; Hechos 23.8), a la hora de creer en Jesucristo, se determina como incrédulo o creyente, en relación con la creencia en Jesús: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8.31 y 32 – RVR60). En este caso incrédulo es quien no tiene fe y creencia en Jesús, quienes creen en él y perseveran firmes en su palabra, se vuelven verdaderos discípulos.

 

         Aún los propios discípulos sufrieron crisis de incredulidad en su transición del conocimiento natural al espiritual: “... Llegó Jesús, estando las puestas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20.26 al 27 – RVR60). Además: “... y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (Marcos 16.14 – RVR60).

 

         En la época de la actualidad, todo el fraccionamiento cristiano, llámese comunidad de fe, congregación, denominación, iglesia o religión cristiana, es creyente en comparación con la creencia en Jesucristo, a pesar de las diferencias de credos o creencias, doctrinales, dogmáticas, reglamentarias o tradicionales. Los incrédulos son aquellos que solamente tienen el conocimiento natural y se resisten a trascender al conocimiento espiritual: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden...” (1 Corintios 1.18 – RVR60). El conocimiento natural se queda únicamente en sabiduría humana o del mundo según la carne: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne...” (1 Corintios 1.26 – RVR60). El conocimiento espiritual jamás se fundamenta en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios: “y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2.4 y 5 – RVR60).

 

         Todos los creyentes son los muchos llamados, pero hay una diferencia en el caso de los pocos escogidos, porque son los verdaderos practicantes del ejemplo y modelo de vida de Jesús, con el poder del Espíritu Santo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22.14 – RVR60). Los llamados provienen tanto de judíos como de griegos (gentiles): “mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.24 – RVR60). El vínculo común es Jesucristo, por lo tanto, en cada fracción del cristianismo, sea una comunidad, congregacional, denominacional, iglesia o religión cristiana antigua o reciente, de ninguna manera es poseedora exclusiva de la verdad única y absoluta, Porque la verdad misma es Jesucristo: “a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito. El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.29 al 31 – RVR60).

 

         El conocimiento natural hace presión para preservar su propia naturaleza contrario al sentido de Cristo: los más conservadores se aferran por cuestiones discriminatorias o raciales para mantener la circuncisión en la carne, como por obras tradicionalistas y no por la fe, obligando a circuncidarse, para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo según Gálatas 6.11 al 15. Además mantenían el rito de sacrificios de corderos, negando el único sacrificio de Cristo para perdón de pecados, mandando guardar la ley de sacrificios y ofrendas, holocaustos y expiaciones por el pecado, preservando de esta forma el sacerdocio literal y no el sacerdocio de Cristo, contrario a la fe en Jesús y opuesto al nuevo pacto:

 

“15.1 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 15.2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y los ancianos, para tratar esta cuestión... 15.4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos... 15.5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés...” (Hechos 15.1 al 16.5).

 

         Se convirtieron en falsos hermanos, introducidos a escondidas, para tratar de regresarlos a la esclavitud de antes (Gálatas 2.3 al 5; Tito 1.10), la comunidad de fe de Galacia o iglesia de los Gálatas, recibe la influencia por los más extremistas y fanáticos (Gálatas 3.1 al 5, 4.9). El espiritual le hace frente al natural para dar la preeminencia a la voluntad de Dios. El Salmo dice: “La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón; por tanto, sus pies no resbalarán” (Salmo 37.30 al 31 – RVR60). El nuevo pacto hace del justo y santo un templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 3.16 al 17, 6.19), y la ley de Dios está en el corazón y la mente. La obediencia ya no es impositiva, por obligación, sino que nace por la gracia recibida de Dios (Romanos 5.17 al 21; 1 Corintios 1.4 al 7; 2 Corintios 1.12; Tito 2.11), porque se produce el amor, la disposición y voluntad para obedecer: “para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3.7 – RVR60).

 

 

La corrupción de entendimiento

 

         En el mundo natural, así como el cuerpo está muerto sin la respiración del oxígeno, que es el espíritu de vida, también en el sentido espiritualmente se está muerto con la ausencia de la fe y la práctica de la obra de Jesucristo: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 2.26 y 3.1 – RVR60). El debatir cuestiones de creencias es muy común en el conocimiento espiritual, es parte del libre albedrío espiritual y de la legislación del análisis de los temas, pero algunos se perjudican al considerarse muy entendidos en la materia y se quedan en la teoría, sin escalar a otro nivel práctico del conocimiento, basado en las enseñanzas de Jesús. El que se cree sabio en el conocimiento espiritual le es mejor ser humilde y manso para aprender, desarrollar la capacidad de escuchar, aunque aparente cierta ignorancia alcanza mayor grado de madurez y sabiduría espiritual: “Nadie se engañe a sí mismo, si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios...” (1 Corintios 3.18 al 23 – RVR60).

 

         Ahora bien, sembramos en lo natural o sembramos en relación con lo celestial, son dos posibilidades de cosechar para la carne o en el Espíritu Santo: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8 – RVR60). Hay corrupción eclesiástica cuando algunos en aparente piedad la utilizan como pretexto para fuente de ganancia, además se convierte la actividad eclesiástica en un negocio personal o familiar, al final negocio lucrativo y propio debido al enriquecimiento y amor al dinero:

 

“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6.3 al 10 – RVR60).

 

         Luego Pablo mismo dice acerca del conocimiento celestial: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Gálatas 1.11 al 24 – RVR60). Jesús mismo les abre el entendimiento, porque era necesario el cumplimiento de todo lo escrito acerca de él, sus padecimientos y su resurrección al tercer día (Lucas 24.44 al 46). Un sincero y auténtico conocimiento de la doctrina de Dios, es encomendarse a su dirección y guía del Espíritu, sin ningún tipo de demagogia, de los que llegan para servirse con sus ambiciones: “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 4.7 al 8 – RVR60; 2 Timoteo 1.14). Además dice la Escritura: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Santiago 4.5 – RVR60).

 

 

Servir a Dios o al mundo terrenal

 

         El conocimiento natural es perecedero con alcance para la vida presente: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan” (Mateo 6.19 – RVR60), mientras que en la experiencia de comprender y adquirir conciencia de lo celestial, posibilita dar la verdadera importancia a la preparación para rendir cuentas a Dios, en relación con la vida venidera: “sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6.20 – RVR60).

 

         Según la referencia del párrafo anterior, se percibe la distinción de conocimiento en el siguiente pasaje bíblico: “Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado. Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle” (Lucas 9.7 al 9 – RVR60). En el caso de Jesucristo transmite un tipo de conocimiento celestial que algunos logran ser conscientes: “Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13.51 al 52 – RVR60).

 

         El evangelio sea antiguo, de Jesucristo y para vida eterna, es un mismo evangelio, en el sentido de las buenas nuevas de salvación, o la buena noticia proveniente del Creador. Mientras que hay muchas clases de dogmas, originadas por las criaturas, como respuesta y reacción al evangelio de Dios. Además, el dogma surge por otros motivos y fundamentos de todo sistema científico, doctrinal o religioso. Por ejemplo, Jesús les reprocha a los discípulos acerca de su actitud o reacción de incredulidad: “Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16.14 al 15 – RVR60). El evangelio se predica en todo el mundo, a todo ser humano de la creación, en diferentes entornos de las civilizaciones, culturas, etnias y sociedades, pero el destinatario final es el ser humano, quien esté donde esté ofrece resistencia al evangelio. La prueba es el pasaje anterior, donde los mismos discípulos instruidos por Jesús, eran incrédulos y duros de corazón, respecto a la resurrección del Señor.

 

         El tiempo de Moisés presenta un tipo de doctrina a manera de teocracia, se mezclan las cuestiones de adoración, ceremonia, celebración, civil, docencia, espiritualidad, legal, política, religiosa, ritual y salubridad, englobadas en la dirección ejecutiva, judicial y legislativa. Similar a una constitución política y otras leyes de reglamentos, procedimientos e instrucciones. Es la institución de normas civiles, públicas, salubridad, tanto individual como colectiva, de educación, convivencia, laboral y respeto a la propiedad privada. En la época de Jesús en Judea se presenta cierta separación entre lo político y lo religioso:

 

“En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados” (Lucas 3.1 al 3 – RVR60).

 

         Jesús separa definitivamente el poderío político del poder religioso y espiritual. Por ejemplo, en el siguiente pasaje bíblico las autoridades religiosas envían además de los fariseos a los herodianos. La política está relacionada con las cuestiones de la administración y gobernación del Estado. La religión se enfoca en el interés primordial de lo espiritual, congruente a la voluntad de Dios, de ninguna manera existe para defender o representar los intereses particulares y terrenales de la corriente política, que son de competencia y función estatal. La Biblia dice:

 

“Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas?... Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra… Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios…” (Marcos 11.27 al 12.17 – RVR60).

 

         La doctrina directa de Dios es sana, sin corrupción ni daño, mientras que el poderío político por ser del mundo, es endeble y vulnerable a la corrupción: “… la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1.4 – RVR60).

 

         Algunos se estancan en la salvación por religiosidad. En este sentido, a pesar de las barreras dogmáticas y religiosas, influyentes en su época, Jesús no presentó su adhesión a la política o religión oficial del momento. El sector religioso oficial rechaza a Jesús:

 

“Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron... Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices. Y los principales sacerdotes le acusaban mucho... Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba” (Marcos 15.1 al 5 – RVR60).

 

         Jesucristo se abstuvo de ser nombrado rey por parte del pueblo, de vivir en los mejores palacios, de vestir las mejores ropas reales o de viajar en los mejores carruajes. Este ejemplo de Jesús y modelo de vida, contrasta con otra representación de la serpiente astuta como dios falso, que es la mala distribución de las riquezas:

 

“Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Lucas 4.5 al 8 – RVR60).

 

         La serpiente conocida como serpiente antigua, diablo y Satanás, representa la adoración y servicio a los dioses falsos, entre ellos la adoración y servicio a las riquezas (en griego Mamón):

 

“Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR60).

 

         El pasaje anterior menciona el caso de los fariseos como avaros, inclusive la misma avaricia es considerada en la Biblia como una idolatría: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: Fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia” (Colosenses 3.5 al 6 – RVR60).

 

         El afán de adquirir y atesorar riquezas se tenía por sublime y lo terrenal del apego a las inclinaciones o tendencias propensas a los placeres del mundo, contrario a la obediencia a Dios. La mayor rebeldía del ser humano ante Dios es similar a una egolatría y narcisismo, como culto y veneración así mismo, al dinero, fama, poder y riqueza. Este culto y fascinación a la personalidad, representa la entronización del mismo ser humano, como su propio dios, ante los habitantes del mundo, donde a algunos de sus dinastías, emperadores, faraones, gobernantes, jerarcas, líderes, poderosos, príncipes, pudientes, reyes y soberanos, son considerados como dioses y convertidos en asesinos, autoritarios, crueles, dictadores genocidas, injustos, sanguinarios y violentos, sin piedad alguna y sin temor a Dios. Ha prevalecido en la historia de la humanidad una cultura de impunidad, en los casos donde el pueblo respalda a sus líderes como a un dios falso, han seguido el camino de la muerte, aunque signifique estar en contra de la adoración y servicio a Dios.

 

 

La conexión con lo celestial mediante Jesucristo

 

         Ninguna interpretación de la ley puede ir en contra del amor y de la vida. En el caso del amor al prójimo como a uno mismo, un intérprete de la ley le pregunta al Señor acerca de ¿quién es su prójimo? El Maestro con una parábola de ejemplo, le explica no solo quién es el prójimo, sino cómo ser cada uno el prójimo de todos los seres humanos a su alrededor, sin las malas discriminaciones culturales, étnicas, idiosincrásica, sociales y de otras índoles. En realidad la raza humana es una sola, no hay división racial sino una sola humanidad, el invento humano de la diferencia de razas en el ser humano, provoca la división y discriminación de unos contra los otros, hasta las guerras, muertes y odio.

 

         El buen samaritano de la parábola representa el conocimiento celestial, donde estaba un hombre postrado en el camino, despojado y herido, por causa de ladrones dejándole casi muerto. Estos representan el conocimiento natural, anduvo por ahí un sacerdote, viéndole, pasó de largo, luego un levita quien hizo lo mismo de lejos, ambos eran instruidos en la ley, y estaban al servicio de la obra de Dios por ser de la tribu de Leví, eran los elegidos para el servicio y trabajo ministerial que representan el conocimiento espiritual.

 

         Según esta parábola, el prójimo del hombre herido no es el sacerdote ni el levita, supuestos servidores de Dios y conocedores de la ley de misericordia, sino el samaritano, quien realmente usa la misericordia (Lucas 10.25 al 37). No basta con la letra o teoría del conocimiento, es necesaria la práctica; no es suficiente el creer tener la fe, también es necesario por las obras de la fe demostrar la eficacia de la misma, visualizar la fe por las obras de amor y misericordia (Santiago 2.14 al 18). Esto es semejante en nuestro tiempo, cuando se fundamentan dogmas o ideologías de determinada grupo de fe religiosa, con la intención de elevar o sobreestimar el concepto de espiritualidad en cada persona, pero se infunde la discriminación y muerte por el odio, persecución y rivalidad religiosa.

 

         En la parábola del buen samaritano, posiblemente tanto el sacerdote como el levita, actuaron así, apegados a la misma ley, según la interpretación de algunos preceptos, creyeron correcto no acercarse al herido, por si, en caso de estar muerto, no caer en inmundicia al tocarlo, ya que temporalmente podrían quedar inmundos en caso de tocar a alguna persona fallecida (Números 19.11 al 16; Levítico 21.1 al 4; Ezequiel 44.25). Pero el samaritano, supera el privilegio poseído por el sacerdote y el levita, ve al herido y es movido a misericordia, lo socorre y cuida hasta sanar por completo. Jesús pregunta al intérprete de la ley: “… ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tú lo mismo” (Lucas 10.29 al 37 – RVR60). Está escrito en la Biblia: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2.13 – RVR60).

 

         Hay que vencer el mal con el bien. La ausencia de amor, fe, justicia y misericordia, provoca en algunos la consideración de ser más santos en comparación a los demás (Isaías 65.5; Hechos 10.28), prevalece la creencia de tener la absoluta y única verdad, pero en realidad se deposita la confianza en dogmas, normas y reglas más incoherentes e incongruentes al sentido celestial manifestado en las Escrituras. Jesucristo con su ejemplo, rompe con todos estos paradigmas, vino a dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor (Lucas 4.17 al 21). Lo demuestra cuando habla con una mujer samaritana, a pesar de que hay enemistad entre judíos y samaritanos (Juan 4.1 al 10; Esdras 4.1 al 10; Nehemías 4.1 al 2). Por lo tanto, es necesario trascender de lo natural a lo espiritual, y de lo espiritual a lo celestial, como un proceso y engranaje para llegar a la plenitud de Cristo, según su conocimiento.

 

         La comprensión, entendimiento y la conexión con lo celestial mediante Jesucristo, es lo que verdaderamente trasciende para vida eterna, es decir, en la medida del análisis y profundidad en el conocimiento de Dios logramos entender lo siguiente:

 

         El propósito de la creación junto con el ser humano, está en lo que Pablo llama la dispensación del misterio escondido en Dios, el Creador de todas las cosas. Dispensar tiene relación con dar, conceder u otorgar. Esto con el propósito de que las muchas formas de la sabiduría de Dios sean dadas a conocer entre los seres creados, por medio de la fe en Cristo Jesús (Efesios 3.9 al 12). Pablo afirma que este propósito de Dios y su gracia nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos y manifestada con la venida del Salvador Jesucristo por el evangelio dado también a los gentiles (2 Timoteo 1.9 al 11). Entonces la finalidad de la creación del ser humano implica que ellos adquieran el conocimiento de Dios para alabanza de su gloria, a través del evangelio de Jesucristo dado inclusive a los gentiles. También para la administración de la gracia de Dios entre los humanos, siendo los gentiles coherederos y miembros del mismo cuerpo, copartícipes de la misma promesa (Efesios 3.1 al 8).

 

 

La nobleza en la forma de ser, personalidad y sentimientos

 

         El reino de Dios es promovido por Jesucristo y anunciado por el profeta Juan el Bautista. Ambos no vistieron ropas reales, ni vivieron en palacios de reyes, ni viajaron en los mejores carruajes, sino que su nobleza estaba en la forma de ser, personalidad y los sentimientos elevados. Jesús dijo lo siguiente: “… Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído… y a los pobres es anunciado el evangelio… Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están” (Lucas 7.22 al 25 – RVR60).

 

         Pedro, seguidor y discípulo de Jesús, instruido por su palabra, estaba aún sin comprender el sentido y significado del verdadero reino, lo imprescindible del cambio de actitud y de personalidad, reacciona con espada en la aprehensión: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco” (Juan 18.10 – RVR60). La Biblia también dice:

 

“Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (Mateo 26.52 al 54 – RVR60).

 

         En cierta ocasión Pedro rehúsa recibir el lavamiento de los pies por parte de Jesús: “... ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” (Juan 13.6 al 7 – RVR60). Pedro inició la evangelización o predicación a los gentiles, que no eran de la tribu de Judá, o sea, de los habitantes de Jerusalén y Judea, entonces él relata una manifestación de Dios o teofanía: “... Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (Hechos 10.28 – RVR60). Por ejemplo, entre los habitantes de Samaria, cuando Jesús le habla y pide agua a una mujer samaritana, ella se extraña porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí (Juan 4.9), porque Jesús rompe con los estereotipos de su época, tal es el caso a través de la mujer samaritana, inclusive sus discípulos se maravillan (Juan 4.27).

 

         Los fariseos viendo la obra de Dios la rechazaron. Quienes analizaban la ley en tiempos de Jesús, los escribas versados e intérpretes de la ley, entre ellos los fariseos y saduceos, tuvieron a su alcance la ley y la profecía, pero no entendieron el argumento o plan propuesto por la palabra de Dios, en relación con la venida de Jesucristo como el Camino para la Salvación, quien dijo: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5.20 – RVR60). En quienes no entendieron el plan de Dios, se cumple la moraleja de un epitafio con la leyenda: “aquí yace uno que no supo para que vivía”. Esto es similar a realizar el viaje de esta vida hacia lo desconocido, en completa ceguera, ignorancia, incredulidad, indecisión e indiferencia de la espiritualidad, solamente apegado a lo carnal, natural o terrenal.

 

         Los escribas y fariseos no lograban captar el amor de Dios, compasión, fe, justicia y misericordia, a pesar de ser estudiosos de las Escrituras, en aquella época integrada por la ley de Moisés, los profetas y los salmos (Lucas 24.44). No aprendieron a vivir la vida de acuerdo con Dios, el amor desinteresado e incondicional, a ser benevolentes, buscar el bien común y estimar a las personas con la fuerza de la voluntad. Tampoco entendían el amor a los enemigos, porque esperaban al Mesías como Libertador (Romanos 11.25 al 26), y no como el gran pacificador de sus adversarios (Mateo 5.38 al 48).

 

 

El justo vivirá por fe

 

         El justo vivirá por fe, afirma las Sagradas Escrituras: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2.4 – RVR60). La arrogancia y el exceso de estimación propia, por méritos propios o bienes poseídos, es el vivir para sí mismo con cierta incredulidad contraria a la fe en Cristo, porque la persona considera que no requiere de la fe para poder subsistir, sino por su propio esfuerzo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,… para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos… De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5.14 al 17 – RVR60). El apóstol Pablo a los filipenses menciona: “Porque para mí el vivir es Cristo…” (Filipenses 1.21 – RVR60).

 

         En el caso de los saduceos no creían que existiera resurrección (Mateo 22.23; Marcos 12.18), a pesar de acceder a la misma fuente de información que los fariseos y otros grupos religiosos. Así los fariseos y saduceos tienen sus propias creencias o dogmas, supuestamente en adoración y servicio a Dios, pero rechazan a Jesús y el mensaje enviado de Dios. Por ejemplo, los fariseos y saduceos utilizan la misma fuente de doctrina en las Sagradas Escrituras, mientras tanto, en el dogma, unos a diferencia de otros, interpretan y opinan la existencia o no de ángeles, espíritu y resurrección: “Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas” (Hechos 23.8 – RVR60). En otro pasaje dice:

 

“Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron... Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés como le hablo Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis…” (Marcos 12.18 al 27 – RVR60).

 

         Por lo general el dogma de la religión son sus fundamentos principales. La Biblia dice: “… La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1.26 al 27 – RVR60). La autoridad de la religión determina la obligatoriedad de creer y practicar el dogma. La cuestión es la siguiente: ¿a cuál autoridad según Cristo, es necesario acatar primeramente, en los dogmas espirituales y religiosos? Pedro y Juan dijeron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4.19 al 20 – RVR60). Además agrega Pedro y los apóstoles: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5.29 – RVR60).

 

         Esta verdad en Jesús es un equilibrio del bien común, donde algunos se desvían con egoísmo al acumulamiento de bienes materiales, donde se desvalora el ser humano como persona, se aferran a su propia verdad terrenal y no a la verdad del reino de Dios. En la actualidad estamos en tiempos en que la ingenuidad en el pueblo de Dios no se justifica, en el sentido de sencillez para ser engañado o de ser incauto, a la hora de dejarse rodar por las corrientes filosóficas del mundo, que aparentan piedad, pero en la realidad se distorsiona adrede el mensaje de Jesucristo. La capacidad de la sencillez es necesaria e imperativa, siempre y cuando sea en el sentido del abandono al lujo, opulencia, ostentación y las vanidades. Una vida en austeridad, caridad, humildad y solidaridad, es el punto de partida y límite demostrativo entre el llamado y el escogido, porque la abundancia de alguno representa escases en otro. Jesús dijo: “Mas ¡ay de vosotros, ricos! Porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!...” (Lucas 6.24 al 25 – RVR60).

 

 

La religión con la mejor intensión de invocar a Dios e influir en el pueblo

 

         La religión trae consigo el surgimiento de los mitos, arquetipos y la aventura de un viaje al encuentro con la deidad. Por consiguiente, la energía, fuerza, y valentía hacia el conocimiento verdadero, con la superación de adversidades y obstáculos. Distorsionado en luchas de poder del gobierno humano para enriquecimiento, en lugar del dominio del temperamento, la modificación de la personalidad, la consolidación del carácter, para acercarnos al Dios verdadero y a una mejor convivencia entre seres humanos. La personalidad incluye los rasgos visuales de conducta o comportamiento, influenciada por la actitud, aptitud, carácter, emoción, hábito, pensamiento y sentimiento. La Biblia dice lo siguiente: “Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” (Santiago 3.13 – RVR60).

 

         Surgen los héroes y villanos, las vidas ejemplares y subordinadas a la confianza en Dios, frente a los rebeldes por desobediencia, obstinados al seguir su propio camino o destino. Toda una conspiración y complot, con los miedos y temores que esto implica. Los héroes y villanos a su vez son figuras y representaciones entre el bien y el mal, porque son consejeros y guías hacia lo bueno o lo malo. La religión influye en el conflicto espiritual determinante del destino de cada persona y su temor a la muerte. El contraste entre luz y tinieblas, entre el conocimiento y la ignorancia.

 

         La religión se vuelve una práctica o medio cultural determinante de intercesión, interpretación y tradición. El cielo se convierte en un elemento con una connotación del lugar considerado como la morada de Dios, de manera que muchas veces la mirada hacia lo alto, es la meta propuesta para la iluminación y salvación de los humanos. El cielo como el gobierno de Dios y la tierra como el lugar de los gobernados. La idea de ir al cielo es muy antigua, desde la torre de Babel se pretende una cercanía de esa torre para llegar hasta el cielo (Génesis 11.4).

 

         La religión se inicia con las mejores intensiones de invocar a Dios e influir en el pueblo, pero no queda exenta de la maldad oculta: la avaricia, codicia, lucro, lujo, onerosidad, opulencia, vanidad y vanagloria, portador en quienes lideraron inicialmente la religión y se pervirtieron. Por esta razón, la mezcla de la religión con asesinato, blasfemia, fornicación, robo, sacerdocio sexual, saqueo, promiscuidad, sacrificios humanos y toda clase de dioses, idolatría e imágenes. El interés espiritual se vuelve en una agresión, engaño, corrupción, imposición, intimidación, irrupción, miedos, muertes, odios, pánico, persecución, poder y terror. Por consiguiente, es el propio ser humano quien conceptualiza, construye e imagina con desenfreno, a sus propios dioses falsos, en afrenta al Dios verdadero. Por ejemplo, se prefiere adorar al sol antes que a Dios:

 
“Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego;… No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día” (Deuteronomio 4.15 al 20 – RVR60).

 

         El astro principal del sistema solar, en la eclíptica del solsticio y equinoccio, en los inicios de las estaciones del año, han impresionado desde la antigüedad al ser humano, al punto de ver al sol como objeto de adoración, incluso la influencia de la luna con su distancia hacia el planeta Tierra o los temblores relacionados con el cambio de clima en algunos lugares y zonas geográficas del hemisferio terrestre. El profeta Ezequiel escribe lo siguiente:

 

“Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente” (Ezequiel 8.15 al 16 – RVR60).

 

 

Grupos religiosos con un celo irracional

 

         El conocimiento natural se manifiesta en aquellos gobernantes que no creyeron el mensaje de Jesús. El caso de los principales sacerdotes, saduceos y fariseos representan el conocimiento espiritual, pero Nicodemo y José de Arimatea mediante Jesucristo trascienden al conocimiento celestial, aunque sea como un tipo de religiosos anónimos.

 

         El anonimato de Nicodemo se cumple cuando viene a Jesús de noche, para no ser visto abiertamente y para no descubrir su identidad: “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3.1 al 2 – RVR60). Nicodemo se presenta ante Jesús y con su testimonio expone su concepto acerca de Jesús, a pesar de pertenecer al grupo de los fariseos y de ser principal entre los judíos, Jesús le dice: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo… Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” (Juan 3.7 al 10 – RVR60).

 

         Referente al anonimato de Nicodemo, la Biblia resalta que los principales sacerdotes y los fariseos pensaban que ninguno de ellos había creído en Jesús: “… ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?” (Juan 7.45 al 48 – RVR60), sin embargo, la Biblia destaca que Nicodemo era fariseo y vino a Jesús de noche: “Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos…” (Juan 7.50 al 52 – RVR60), “También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche…” (Juan 19.39 – RVR60).

 

         Los religiosos anónimos (RA), son las personas con secuelas de pertenecer a grupos partidarios del absolutismo, que creen ser los únicos y verdaderos, porque logran infundir desprecio, difamación, discriminación, odio y rivalidad hacia otras religiones. Se consideran los más santos entre los santos, inmaculados y sin pecado, pero en realidad están llenos de los siguientes antivalores: altivez, arrogancia, desamor, presunción, soberbia, orgullo y vanagloria. Desprecian las actitudes, porque para ellos la salvación personal y el galardón de la vida eterna, se fundamenta en su propio credo o dogmatismo de creencias particulares, restando importancia a los valores de Cristo.

 

         En el caso de José de Arimatea, estos grupos infunden intimidación y miedo, a la pérdida de salvación fuera de su propio grupo, inclusive el temor a la discriminación, exclusión y represalias. Las personas que están muy afectadas quedan con un trauma psicológico, con la necesidad de terapia para superar la etapa traumática dentro de la religión, por consiguiente la reunión de apoyo neutral con otras personas que han sufrido situaciones similares. La Biblia dice: “… José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos…” (Juan 19.38 – RVR60).

 

         Estos grupos religiosos tienen un celo irracional, con aparente libertad de Cristo, aunque al fin de cuentas hacen lo que les parece y les conviene, según sus propios intereses. El apóstol Pablo menciona: “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos” (Gálatas 4.16 al 17 – RVR60). La Biblia relata acerca de una vez en tiempos antiguos, por falta de rey en Israel, que cada uno hacía lo que bien le parecía (Jueces 17.6, 21.25), pero en el cristianismo el rey es Jesús, lo cual testifica Natanael cuando reconoce a Jesús como Hijo de Dios, Rey de Israel y Natanael era un verdadero israelita, en quien no hay engaño, según la declaración directamente de Jesús (Juan 1.47 al 49).

 

         La autenticidad como la de Natanael, es solo demostrable a través de la práctica con los hechos del diario vivir. La teoría poco o nada sirve si no hay aplicación, por esta razón es Jesús el que llama a Natanael como verdadero, en quien no hay engaño. Los religiosos anónimos proceden de grupos sin congruencia, tanto en el discurso y en la práctica del amor, por la aversión a quienes consideran sus rivales religiosos por los diferentes dogmas: “… pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Corintios 3.2 al 3 – RVR60).

 

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