El Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2 afecta la forma de vida e interacción social, por consiguiente la calidad y estilo de vida. Hay una controversia urgente y el inevitable manejo de conflictos entre la polaridad económica y de salubridad. La agresividad de este virus es su capacitad de camuflar y engañar con su estrategia asintomática, además del incremento de afectación con nuevos síntomas. Al parecer pueden surgir nuevos brotes desde lo interior de cada nación, al estilo del legendario “Caballo de Troya”, de forma camuflada, silenciosa y tomando por sorpresa a los habitantes. No existen fronteras ni muros que detengan la propagación del virus. Se dice que la nueva realidad mundial nos obliga a coexistir con el virus, además de la posibilidad de utilizar en cada temporada pandémica, las caretas transparentes, cubrebocas o su combinación de por vida. Se requiere una mayor conciencia de aprecio a la salud y la vida a nivel global, sumado a la creciente necesidad de bancos de alimentos gratuitos en todo el mundo. La nueva cultura global es la educación y fomento del compartir y donar. Ahora es más consecuente e imprescindible la práctica del altruismo y la filantropía para ayudar a los necesitados. La pandemia global del Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2, posiblemente se podría conservar por siempre como virus estacional, en el sentido de reaparecer cada año y provocar nuevas oleadas de circulación por el mundo, máxime con la migración laboral, turismo internacional y viajes por asuntos de negocios propios o trabajo asalariado, que son inevitables para la economía mundial. Además de los transportistas de alimentos, insumos, materias primas, mercancías y mobiliario en general, indispensables para la generación de comercio y empleo de cada nación.
El manejo de conflictos tiene relación con la capacidad de concertar o llegar a un acuerdo, donde se requiere la implementación de la administración, conducción y dirección en los desacuerdos entre personas. En el caso del manejo de conflictos a nivel social, implica una adaptación, ajuste o cambios, según las circunstancias, controversias y urgencias del momento, a través de las decisiones y medidas para bienestar y satisfacción del colectivo. Esto exige el control necesario frente a las amenazas del desempleo, catástrofes naturales, económicas de empobrecimiento, enfermedades sanitarias, escases alimentaria, falta de oportunidades educativas, seguridad ciudadana y social, entre otras que desafían el bienestar o vida de los involucrados. El mando encabezado para el manejo de conflictos, es la autoridad mediadora, poder convincente y expedito, o sea, pronto en la actuación y directriz consensuada entre sus integrantes. Prevalece el afecto, certeza, claridad, compromiso, comunicación, conciliación, condescendencia, confianza, cortesía, deferencia, diplomacia, equilibrio, experticia, formalidad, ingenio, integración, madurez, optimismo, persuasión, profesionalidad, razonabilidad, responsabilidad, seguridad, sensibilidad, seriedad y transparencia. También la flexibilidad, siempre y cuando sea sin temeridad. Además de una transmisión de la información confiable, creíble y veraz, búsqueda de la aptitud y compatibilidad de unir criterios. En un conflicto pueden intervenir las emociones, sentimientos y percepciones personales o entre personas, dentro de un grupo o entre grupos sociales, a lo interno de una nación o entre naciones.
El conflicto surge por la diferencia de análisis, opinión y pensamiento propio o en relación con los demás. Hay una diversidad de grados de conflictos y resoluciones según cada caso, pero en todos es indispensable su manejo con madurez y negociación, de la manera más efectiva y satisfactoria posible. El manejo de conflictos se hace indispensable para el diario vivir, porque la nueva normalidad de vida mundial, requiere el aislamiento y distanciamiento físico – social, de lo contrario si no hay un debido manejo de conflictos, estadísticamente el porcentaje de mortalidad oscila entre el cinco y el siete por ciento de la cantidad de contagios, excepto se cumpla responsablemente con las medidas sanitarias. ¿A cuál costo o precio de cantidad de vidas se pretende con el contagio colectivo provocado para la inmunidad de los habitantes? Aquí es donde se insiste en la importancia para los hábitos de la vida cotidiana, la disciplina de la personalidad, que abarcan el carácter y el temperamento. Se incluye las características de la idiosincrasia individual y social, para cumplir con las normas y protocolos sanitarios del aislamiento, distanciamiento y las buenas prácticas higiénicas. Además del sistema de principios, valores y virtudes determinantes para la calidad, estilo de vida saludable e interacción social sana. La influencia beneficiosa que se hace o se recibe, es bidireccional entre la colectividad, el individuo y viceversa.
La preparación para enfrentar las pandemias como el COVID-19, incluye el área psicosocial en relación al comportamiento y la conducta, pero el componente psicológico del efecto de la pandemia, podría afectar en el individuo, la aflicción, angustia, ansiedad, claustrofobia, depresión, desánimo, desesperación, desmotivación, desmoralización, estrés, irritabilidad, miedo, temor, tensión, tristeza y violencia. La gobernabilidad del distanciamiento físico – social impone un crecimiento y fortalecimiento de la vida espiritual, la práctica del amor y el bien común: “Mas el que tuviere bienes de este mundo, y viere á su hermano tener necesidad, y le cerrare sus entrañas, ¿cómo está el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y en verdad” (1 Juan 3.17 al 18 – RVR1909). Todo ser humano con ingresos fijos consolidados, puede compartir voluntariamente el tributo a Dios o diezmo solidario, para beneficio directo de quienes están a su alrededor, sin ningún tipo de ingreso de subsistencia. Este sistema posibilita un flujo directo de ayuda permanente entre el que tiene y el que no tiene nada, ya sean amistades, compañeros de estudio o trabajo, conocidos, familiares o vecinos. La nueva formalidad de vida con sus respectivos requisitos, que se han de ejecutar y observar responsablemente, posibilitan un aumento de la aceptación, amabilidad, austeridad, caridad, colaboración, compasión, consenso, cooperación, esperanza, generosidad, gratitud, humildad, modestia, misericordia, paciencia, pacificación, piedad, sencillez, solidaridad y voluntariedad.
Los valores comunitarios tienen su origen en Dios, como lo hemos demostrado bíblicamente en otras lecturas. La Biblia dice: “Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si el hermano ó la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará? Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2.14 al 18 – RVR1909). Hay un debate acerca de la causa u origen de la imperante necesidad social de control y respeto total. Los acontecimientos sociales previos a la pandemia, manifiestan una anarquía y descontrol social, donde se requería una intervención divina. El conflicto humano contra la pandemia, posibilita en la humanidad un despertar de acercamiento hacia Dios. El enfoque de la accesibilidad, atención, cohesión, motivación, sentimientos, esfuerzo y unión con Dios Padre a través de su Hijo. Es hora de volver la vista hacia la sabiduría de Jesucristo el designado de Dios para el bienestar humano:
“¿Quién es sabio y avisado entre vosotros? muestre por buena conversación sus obras en mansedumbre de sabiduría. Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz” (Santiago 3.13 al 18 – RVR1909).
El surgimiento de tipos de cepas con diferentes resistencias, requerirán nuevos tratamientos curativos y vacunas preventivas. Máxime la posibilidad de nuevas cepas o mutaciones de mayor peligrosidad. El manejo de conflictos en la apertura de la normalidad o según se le llama la desescalada, trae el debate de la preservación de la vida, entre la prioridad en la economía para la adquisición alimentaria y de servicios vitales, o la salud para evitar la enfermedad. Además entre el estilo de vida social antigua o la nueva moderación de vida espiritual, sin aglomeraciones festivas y de entretenimiento multitudinario. Lo que no es urgentemente necesario e impostergable para la subsistencia. Aunque la curva de contagio se aplane o baje, la cantidad de personas expuestas al virus, es mínimo en comparación a la totalidad de la población en cada país. Esto significa que tarde o temprano, habrá personas que por primera vez se exponen al contagio, con la posibilidad de nuevas oleadas que circulen en la interacción entre personas. Se vuelve un círculo vicioso interminable, en un tiempo indefinido y de contagio exponencial. Toda esta situación conmueve el corazón del ser humano hacia la oración, reflexión y súplica, mientras que otros han incrementado el delinquir con maldad y violencia, en claro desafío e irreverencia ante Dios. En cierta ocasión en el pasado dijo Dios lo siguiente: “Si yo cerrare los cielos, que no haya lluvia, y si mandare á la langosta que consuma la tierra, ó si enviare pestilencia á mi pueblo; Si se humillare mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, á la oración en este lugar” (2 Crónicas 7.13 al 15 – RVR1909).
Es común en la dimensión natural una reacción secular del mundo con omisión de lo espiritual, por ejemplo, las expresiones ¡saldremos adelante!, ¡todo pasa! Mientras tanto en la dimensión espiritual las mismas expresiones son las siguientes: ¡saldremos adelante si Dios quiere o si Dios lo permite!, ¡todo pasa si Dios quiere o si Dios lo permite! La Biblia dice: “Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él. Mas no en todos hay esta ciencia: porque algunos con conciencia del ídolo hasta aquí, comen como sacrificado á ídolos; y su conciencia, siendo flaca, es contaminada” (1 Corintios 8.5 al 7 – RVR1909). Es un asunto de conciencia, el Coronavirus COVID-19 es consecuencia de nuestras acciones y decisiones, especialmente la exclusión de aceptación, dedicación y reconocimiento a Jesucristo, según los especialistas en escatología debido al tiempo del fin. Al respecto hay abundancia de intérpretes, tanto de la ley como de la profecía. En nuestro caso resumimos como acontecimiento global la Edad del Calentamiento Global, seguido de la segunda venida de Jesucristo. Algunos inclusive científicos prominentes e investigadores, alegan que el Coronavirus COVID-19 es respuesta al mismo calentamiento global y al cambio climático.
Las siguientes palabras de Jesucristo se cumplen fielmente y finalmente mediante el Internet: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.14 – RVR1909). Ya tenemos el calentamiento global inevitable, en relación con el aumento de la industrialización para dar abasto a la creciente sobrepoblación, la afectación de los procesos naturales del agua, el deshielo en las regiones frías y periféricas glaciares, la falta de agua potable indispensables para el lavado necesario contra la pandemia del COVID-19, las consecuencias de la afectación en el proceso planetario de polinización, el cambio climático, la contaminación ambiental, la deforestación y efecto invernadero. Ahora el auge del poder del Internet, como medio de subsistencia para el comercio en línea, educación virtual, gestiones y trámites bancarios, pago de servicios públicos, redes de comunicaciones, reuniones laborales, telemedicina y teletrabajo, televisión y videoconferencias. Toda esta importancia del Internet, sin importar el dispositivo utilizado, sean celulares, computación fija, portátil o tabletas, móviles, pantallas o satelitales, preparan el camino final iniciado por la radio y televisión tradicional, en la predicación de Jesucristo en todo el mundo, entonces vendrá el fin en su segunda venida y todo ojo le verá: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén” (Apocalipsis 1.7 – RVR1909).
Mantenemos cierta cautela o reserva de interpretación, cuando algunos asocian una gran tribulación con una hambruna mundial: “Porque habrá entonces grande aflicción, cual no fué desde el principio del mundo hasta ahora, ni será. Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24.21 al 22 – RVR1909). La hambruna y otros acontecimientos mencionados por Jesucristo, los indica como principios de dolores: “Y oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad que no os turbéis; porque es menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas, principio de dolores” (Mateo 24.6 al 8 – RVR1909). En nuestro caso según el contexto vivido o situación contemporánea, preferimos las siguientes expresiones: ¡saldremos adelante porque en Jesucristo confiamos!, ¡todo pasa porque en Jesucristo confiamos! Esta expresión está más acorde en alusión a la segunda venida de Jesucristo, para el cumplimiento de la trascendencia de la dimensión espiritual a la dimensión celestial. En este caso, referente al tiempo del fin, la segunda venida de Jesucristo es el acontecimiento identificado como el fin, o sea, cuando se dice el tiempo del fin se refiere al tiempo de la segunda venida de Jesucristo, quien viene a cambiar y solucionar el sistema de vida con la resurrección y transformación a cuerpo celestial: “Mas cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será quitado” (1 Corintios 13.10 – RVR1909).
Los tiempos actuales obligan una nueva comprensión de la Biblia en la Edad del Calentamiento Global, esta es la época que nos corresponde vivir, nuestro énfasis es Jesucristo como el centro de la ley y de la profecía. Evadir nuestro compromiso y responsabilidad con Cristo es tener un síndrome del avestruz, como figura alegórica de ignorar y actuar con indiferencia a las señales en torno a la segunda venida de Jesucristo. No debemos, en el buen sentido del “deber”, esconder la cabeza como se dice simbólicamente del avestruz, para invisibilidad de la acción y exclusión del enfoque de la fe en Jesucristo. Todo lo contrario, hay que incluir y visibilizar a Cristo en la sociedad civil. La mayor figura pública que ha visto nacer la historia de la humanidad es Jesucristo, como mensajero y representante de Dios Padre el Creador. Esconder, ocultar o rehuir nuestro compromiso y responsabilidad con Cristo, es negar al Salvador designado por Dios Padre, como el enviado, mensajero y vocero de su palabra divina, es excluir al Padre mismo que le da la autoridad a su Hijo. Las excusas o pretextos sobrenaturales de noticia mundial, de ninguna manera justifican los distractores o ruido para distorsionar nuestro deber hacia Jesucristo.
Toda la descripción en el párrafo anterior, tiene relación con la negación de los conflictos, donde se tiene absoluta dependencia a la intervención de ayuda de Dios, por consiguiente se requiere una habilidad espiritual, para el manejo de conflictos y enfrentar la crisis cotidiana, de la gravedad pandémica. La tendencia actual en la sociedad es desasociar la relación entre espiritualidad y religión. La religiosidad del fanatismo, odio y rivalidad religiosa, denigra y desprestigia la verdadera religión de amar al necesitado, ayudar y proveer para el huérfano, la viuda, el hacer el bien y el evitar el mal: “Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Santiago 1.26 al 27 – RVR1909). El manejo de conflictos entre lo espiritual, religioso y secular, establece a Cristo como iglesia en lugar de religión, o sea, Cristo es iglesia pero no es religión. La iglesia es la unidad de fe en Cristo, la iglesia tiene como vínculo común a Cristo, el bien común de la iglesia es Cristo. La iglesia sigue obediente a Cristo, los religiosos defienden y siguen fieles a su propia religión.
La iglesia que es Cristo está inmersa en el fraccionamiento cristiano, en otras palabras, Cristo es el mismo para todas las comunidades cristianas, congregaciones, denominaciones, iglesias asociadas, iglesias clandestinas, estatales o legalizadas, iglesias formales e informales, iglesias institucionales, iglesias no tradicionales y tradicionales y religiones cristianas. El ingrediente de la religión es humano, el ingrediente de la iglesia es Cristo. La religión se rige por sus propias normas y reglas, la iglesia se rige por los principios, valores y virtudes de Cristo. La doctrina de la religión la establecen sus líderes y concilios religiosos, la doctrina de Jesucristo es la palabra directa y voluntad de Dios Padre: “Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas á la iglesia, La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos” (Efesios 1.21 al 23 – RVR1909). Si existe un nivel más elevado de espiritualidad, el mismo es directamente la relación auténtica y personal con Jesucristo. La pandemia global del Coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2 vino a quitar la religión a todo el mundo. La religión se puede ejercer sin Cristo, la iglesia se practica solo mediante Cristo.
La iglesia de ninguna manera es el edificio terrenal, la iglesia es el conjunto de practicantes y seguidores del ejemplo y modelo de vida de Cristo: “… así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. Así que, como la iglesia está sujeta á Cristo,... así como Cristo amó á la iglesia, y se entregó á sí mismo por ella, Para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra, Para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5.23 al 27 – RVR1909). Los templos y edificaciones eclesiásticas quedaron cerrados, ya sea voluntariamente o por órdenes sanitarias, inclusive en algunos casos clausuradas por mandato estatal, gubernamental o municipal. Mientras tanto en los comunitarios, congregantes, creyentes, integrantes y feligreses se fortalece y refuerza el sentido común y propósito de la vida en Cristo. Rebajar a Jesucristo a nivel de la religión, es igualar su preeminencia y trascendencia a cualquier tipo de religión. Esto es contraproducente a lo determinado y establecido por Dios Padre, contrario a su designio y voluntad. Jesucristo es exclusivo y único para todo ser humano.
Una simbología es el uso del cubrebocas generalizado en la mayoría de naciones a nivel mundial, tiene una representación de figura alegórica ante Dios, simboliza el respeto y reverencia ante la voluntad de Dios, especialmente en la aceptación, dedicación y reconocimiento de Jesucristo como la autoridad delegada por Dios Padre. Es tiempo de reformular y repensar nuestro comportamiento y conducta ante la voluntad celestial. La Biblia dice que calle delante de él toda la tierra:
“Mas Jehová está en su santo templo: calle delante de él toda la tierra. Oración de Habacuc profeta, sobre Sigionoth. Oh Jehová, oído he tu palabra, y temí: Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia. Dios vendrá de Temán, Y el Santo del monte de Parán. (Selah.) Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fué como la luz; Rayos brillantes salían de su mano; Y allí estaba escondida su fortaleza. Delante de su rostro iba mortandad, Y á sus pies salían carbones encendidos. Paróse, y midió la tierra: Miró, é hizo temblar las gentes; Y los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron á él. Sus caminos son eternos. He visto las tiendas de Cushán en aflicción; Las tiendas de la tierra de Madián temblaron. ¿Airóse Jehová contra los ríos? ¿Contra los ríos fué tu enojo? ¿Tu ira contra la mar, Cuando subiste sobre tus caballos, Y sobre tus carros de salud?” (Habacuc 2.20 al 3.8 – RVR1909).