El amor de Dios Padre, la justicia de Dios Padre y el temor de Dios Padre, siendo invisible, se manifiesta y hace visible a través de su Hijo, quien representa la misma sustancia o esencia del Padre:
“Dios,… En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo: El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia… Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1.1 al 4 – RVR1909).
El libro de Éxodo menciona el Ángel con el nombre de Dios: “He aquí yo envío el Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión: porque mi nombre está en él” (Éxodo 23.20 al 21 – RVR1909). Dios Padre permite recibir la alabanza, gloria y honra solamente a través de su Hijo, de ninguna manera hay otro Dios Padre diferente, ni dará la alabanza y gloria a otro Dios que no sea su propio Hijo, a quien ha escogido: “He aquí mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi espíritu, dará juicio á las gentes… Yo Jehová: este es mi nombre; y á otro no daré mi gloria, ni mi alabanza á esculturas” (Isaías 42.1 y 8 – RVR1909). El profeta Oseas hace mención de la situación del pueblo y de cómo su patriarca Jacob realiza la hazaña de luchar con el ángel: “Pleito tiene Jehová con Judá para visitar á Jacob… En el vientre tomó por el calcañar á su hermano, y con su fortaleza venció al ángel… y prevaleció;… Tú pues, conviértete á tu Dios: guarda misericordia y juicio, y en tu Dios espera siempre” (Oseas 12.3 al 7 – RVR1909). A Dios Padre nadie le puede ver, sin embargo, al Hijo en el caso de Jacob le ve cara a cara en su lucha con el ángel: “… porque has peleado con Dios… Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y él respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre?... Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar Peniel, porque vi á Dios cara á cara, y fué librada mi alma” (Génesis 32.28 al 30 – RVR1909).
También a Moisés se le presenta el ángel con el nombre de Dios: “… Y apareciósele el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza: y él miró… Y viendo Jehová que iba á ver, llamóle Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí” (Éxodo 3.1 al 4 – RVR1909). Esto se explica en Hechos de los apóstoles:
“Y cumplidos cuarenta años, un ángel le apareció en el desierto del monte Sinaí, con fuego de llama de una zarza… A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? á éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del ángel que le apareció en la zarza… Este es aquél que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte…” (Hechos 7.30, 35 y 38 – RVR1909).
Este ángel lleva el nombre de Dios porque en Éxodo dice: “Y hablaba Jehová á Moisés cara á cara, como habla cualquiera á su compañero…” (Éxodo 33.11 – RVR1909). Así el Hijo lleva el nombre del Padre. El profeta Zacarías menciona lo siguiente:
“Y respondió el ángel de Jehová, y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalem, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años? Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consolatorias á aquel ángel que hablaba conmigo” (Zacarías 1.12 al 13 – RVR1909).
El ángel de Jehová es único, es su propio Hijo y quien representa al Padre, tanto en el séquito celestial como entre los seres humanos, ya que podemos ver al Hijo, que habla con el ser humano cara a cara, pero al Padre nadie le puede ver y sobrevivir:
“Dijo más: No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí lugar junto á mí, y tú estarás sobre la peña: Y será que, cuando pasare mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado: Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro” (Éxodo 33.20 al 23 – RVR1909).
La Biblia dice: “A Dios nadie le vió jamás…” (Juan 1.18). Además se dice: “Ninguno vió jamás á Dios…” (1 Juan 4.12). La representación del Hijo está definida por un tiempo determinada: “Luego el fin; cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad… el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” (1 Corintios 15.24 al 28 – RVR1909).
La Biblia confirma la presencia del ángel de Jehová en la salida de Egipto y su representación en nombre del Padre: “Y El ángel de Jehová subió de Gilgal á Bochim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado á vuestros padres; y dije: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros” (Jueces 2.1 – RVR1909). Según otro pasaje bíblico el ángel de Dios es el ángel de Jehová que el ser humano puede ver sin morir:
“Y el ángel de Dios le dijo: Toma la carne, y los panes sin levadura, y ponlo sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así. Y extendiendo el ángel de Jehová el bordón que tenía en su mano, tocó con la punta en la carne y en los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de delante de él. Y viendo Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto el ángel de Jehová cara á cara. Y Jehová le dijo: Paz á ti; no tengas temor, no morirás” (Jueces 6.20 al 23 – RVR1909).
La ventaja de la gran cantidad de libros de la Biblia, es la posibilidad de estudiar e investigar la palabra de Dios con profundidad del pensamiento, esto nos permite encontrar pistas y unir eslabones, para entrelazar un hilo conductor de la trama bíblica. Entonces, por consiguiente, es inevitable la mención textual de los versículos para encadenar un argumento, como dice las mismas Escrituras:
“¿A quién se enseñará ciencia, ó á quién se hará entender doctrina? ¿A los quitados de la leche? ¿á los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá: … La palabra pues de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá…” (Isaías 28.9 al 13 – RVR1909).
Observemos algunos detalles acerca del tema analizado y presentado a los padres de Samsón: “A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y díjole: He aquí que tú eres estéril, y no has parido: mas concebirás y parirás un hijo” (Jueces 13.3 – RVR1909). El ángel de Jehová aparece a la madre de Samsón antes de quedar embarazada y ella describe algunas características acerca del ángel: “Y la mujer vino y contólo á su marido, diciendo: Un varón de Dios vino á mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, terrible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre” (Jueces 13.6 – RVR1909). Ahora veamos lo interesante acerca del nombre cuando Manoa, padre de Samsón, dialoga con el ángel: “Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cómo es tu nombre, para que cuando se cumpliere tu palabra te honremos? Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es oculto?” (Jueces 13.17 al 18 – RVR1909). El nombre del ángel de Jehová es oculto, luego Manoa declara que ha visto a Dios:
“Y el ángel de Jehová no tornó á aparecer á Manoa ni á su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová. Y dijo Manoa á su mujer: Ciertamente moriremos, porque á Dios hemos visto. Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no tomara de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni en tal tiempo nos habría anunciado esto” (Jueces 13.21 al 23 – RVR1909).
El nombre oculto es el nombre de Dios Padre (YHVH, relacionado con existencia o ser), que es compartido con su Hijo, por esta razón Manoa y la mujer ven al ángel de Jehová como ver a Dios, pero es Dios el Hijo. Así está escrito en los Salmos acerca del Hijo: “Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre: Vara de justicia la vara de tu reino. Amaste la justicia y aborreciste la maldad: Por tanto te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de gozo sobre tus compañeros” (Salmos 45.6 al 7 – RVR1909). Dios es Padre debido a la existencia de su Hijo, así en cada época de espacio y tiempo su Hijo se manifiesta relacionado como el ángel de Jehová, o como el principal del séquito celestial, o sea, el arcángel Miguel, y como Jesucristo mesías y salvador. Esto significa que a través del Hijo: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5.8 – RVR1909), es que se cumple que Dios sea Padre mediante la obediencia y sujeción de su Hijo ejemplar y modelo de vida. Tal es el caso del amor, justicia y temor de Dios. Así es que encontramos en Isaías: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Principe de paz” (Isaías 9.6 – RVR1909).
Desde el primer libro de la Biblia, el Génesis, se hace mención de lo que venimos tratando. Por ejemplo, el caso del ángel de Jehová y Agar, quien servía en la casa de Abraham:
“Díjole también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu linaje, que no será contado á causa de la muchedumbre… Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres el Dios de la vista; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Por lo cual llamó al pozo, Pozo del Viviente que me ve. He aquí está entre Cades y Bered” (Génesis 16.10 al 14 – RVR1909).
Otro ejemplo, es del ángel de Jehová y Abraham, en el caso de su hijo Isaac:
“Entonces el ángel de Jehová le dio voces del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes á Dios… Y llamó el ángel de Jehová á Abraham segunda vez desde el cielo, Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único; Bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar…” (Génesis 22.11 al 18 – RVR1909).
Finalmente se hace mención del caso de Jacob: “Y díjome el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo digo: Heme aquí… Yo soy el Dios de Beth-el, donde tú ungiste el título, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora, y sal de esta tierra, y vuélvete á la tierra de tu naturaleza” (Génesis 31.11 al 13 – RVR1909).