17) El conflicto y las pruebas de la vida.

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La personalidad de los Discípulos de Jesucristo.

         El ser humano tiene la tendencia de vanagloriarse, o sea, jactarse de su actuar y valer por sus propios méritos y grandes logros. El conflicto precisamente nace del choque o colisión de derechos pretendidos por el ser humano, en su propia imaginación, sean derechos bien o mal fundamentados, pero creídos como válidos o verdaderos según su conveniencia e interés. Además de la construcción de sus conceptos y creencias personales, que se establecen formalmente para acatamiento de ciertos grupos o de la sociedad en general. Así surgen las guerras y luchas de poder sin sentido, porque la pretensión es la supremacía y el dominio comercial, económico, étnico, idiomático o lingüístico, militar, monetario, religioso, tecnológico y territorial. El dominante predominio cultural de avasallar a otros, con la dependencia por los bienes y servicios, en el caso de la competitividad y del enriquecimiento. Se provoca una adicción y esclavitud, considerada como indispensable para lograr lo que llaman la buena vida del acumulamiento, lujo, opulencia, ostentación y vanidad. La vida es considerada como superficial y a quienes la viven como personas superficiales. También esta vida se estima como final o última, sin importar una vida más allá de la presente, por consiguiente se desprecia la existencia de una resurrección. Se tiene en poco el ejemplo de Cristo en su obra de humildad, mansedumbre y sencillez, según su legado de obediencia a Dios para vida eterna. Impera en una sociedad sin Dios, la altivez, arrogancia, orgullo, prepotencia y soberbia, de la irracionalidad de una vida intensamente visceral, con emociones y sentimientos que surgen desde lo más profundo del propio capricho y terquedad de desobedecer a Dios. La Biblia dice:

 “¿Y por qué nosotros peligramos á toda hora? Sí, por la gloria que en orden á vosotros tengo en Cristo Jesús Señor nuestro, cada día muero. Si como hombre batallé en Efeso contra las bestias, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen á Dios: para vergüenza vuestra hablo” (1 Corintios 15.30 al 34 – RVR1909).

                        

         Se menciona en el pasaje anterior que algunos no conocen a Dios, o que es lo mismo, no tienen el conocimiento celestial de Dios. Más adelante veremos en otro pasaje, como Jesús amonesta a Pedro en este sentido. Porque este discípulo trata de persuadir a Jesús para que no enfrente el conflicto y las pruebas de esta vida, apegado solamente a lo terrenal. Jesús reacciona y menciona a Satanás, como sinónimo de adversidad, y lo relaciona con la conciencia de las cuestiones de los seres humanos, pero con la inconsciencia y desconocimiento de las de Dios. Pedro al tratar de convencer a Jesús, desconoce con este acto el plan y propósito celestial de Dios Padre, se encuentra en una condición de quienes no se dan cuenta del alcance de sus acciones y propuestas, incongruente con la voluntad de Dios Padre el Creador.

 

         En relación con el conflicto y las pruebas de la vida, anteriormente mencionamos el tema de la teoría del paradigma y la percepción. Entonces, ¿En pos de quien va la humanidad, a quién siguen con gran devoción en el primer lugar? Si no es a Jesucristo, es en vano. Si es a otro ser humano se llama antropocentrismo. Si es en pos de Jesucristo, el estudio de su obra y vida es la cristología y a Jesús como el Mesías celestial, Salvador y Señor es un cristocentrismo. La sociedad en general está evocada a la vida cotidiana del afán de una vida sin Cristo, quien verdaderamente le da sentido a la vida eterna. La sociedad se desinteresa de luchar por alcanzar o lograr una vida venidera que sea para vida eterna. Está aturdida y desorientada, con mucho ruido distractor, cortinas de humo que confunden y desvían de la verdadera atención en Jesucristo. La vida llamada muchas veces como vida secular, es un camuflaje para desechar la mención del nombre de Jesucristo, de manera que por lo general el mundo se avergüenza de hablar de Jesucristo, especialmente se descarta una vida entregada y de servicio al Hijo de Dios. En cierta ocasión Jesús dijo:

“Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender. Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres. Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles. También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con potencia” (Marcos 8.31 al 9.1 – RVR1909).

 

         ¿De qué le sirve al ser humano ganar todo el mundo si pierde la posibilidad de la vida eterna? Tampoco la vida eterna se compra con riquezas. Entonces, ¿qué significa tomar la cruz, negarse a sí mismo y seguir a Jesucristo? Primeramente, llegar a un acuerdo con Cristo, en otras palabras tomar una decisión y renunciar al desacuerdo, o sea, reconocer con sumo grado y respeto la dignidad, santidad y virtud de Jesucristo con exclusividad. Por ejemplo, en el mundo cristiano se inculcan muchas devociones: actos litúrgicos y celebraciones, creencias, días de la semana, imágenes, libros sagrados, líderes religiosos, personajes bíblicos o eclesiásticos. En este caso se presenta un conflicto cuando se sustituye la dedicación y el reconocimiento a la exclusividad de Jesucristo, por otro tipo de devoción al que se tiene fervor y manifestación externa de los sentimientos. Tomar la cruz de Cristo es que cualquier tipo de devoción sea solamente a Jesucristo, ya sea, por advocación, invocación o por vocación es a nuestro Señor, para gloria y honra de Dios Padre.

 

         Aceptar el sufrimiento de Jesucristo en la lucha contra la corrupción y el pecado, es aceptar y reconocer sus principios y valores. No nos engañemos, el mundo estaría mejor si practicara y reconociera las enseñanzas y mensaje a plenitud de Jesucristo. La lucha por la defensa de los derechos de las causas consideradas como justas, son las de Jesucristo, demostrada con su muerte y resurrección, muchas veces la justicia humana es contraria y subversiva a la justicia de Dios. El enriquecimiento material de algunos significa que hay escases y empobrecimiento en otros. Este desequilibrio de ausencia del bien común y de la vida en comunidad, demostrado y practicado por Jesucristo, hace que impere un ateísmo entre los extremos. Sin tomar en cuenta a Dios, la violencia genera más violencia. La Biblia dice: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.8 al 9 – RVR1909).

 

         El conflicto de subsistencia y las pruebas de la vida en lo material, es el siguiente: ¿Cómo podría la población mundial, actualmente con casi alrededor de ocho mil millones de personas, tener lo indispensable para subsistir? Además de la cooperación y solidaridad en la generación de fuentes de trabajo honesto y honrado. Entre los medios necesarios se encuentra la práctica del tributo a Dios o diezmo solidario. De manera que cada individuo de la población mundial, en la medida de lo posible, comparta de forma independiente y personal, la ayuda directa de la décima parte de sus ingresos permanentes. Así toda la población se ayuda mutuamente entre sí, en forma recíproca con cualquier conocido, familiar o vecino, que requiera de la asistencia alimentaria o económica, por encontrarse en la condición de entre los más necesitados. Es una práctica semanal, quincenal o mensual, en conformidad con la frecuencia o regularidad de los ingresos percibidos. La idea es que todos vivamos con lo necesario, sin llegar a los extremos de la miseria, con personas habitantes de calle o familias en extremo empobrecimiento. Aún quienes reciben la ayuda pueden apartar la décima parte del ingreso recibido para compartir con otros. Esto es semejante, en forma de analogía, al organizar una comida comunitaria o fraternal, donde todos los asistentes traen alguna colaboración de alimento preparado. Al final la comida compartida alcanza para todos los presentes y hasta sobra para llevar al domicilio de cada uno. Esta idea la establece Dios desde tiempos de la tribu de Leví, en el pueblo de Israel, porque los levitas participaban del servicio a Dios sin ser propietarios de tierras o terratenientes, como en el resto de las once tribus donde se repartieron las tierras para trabajar y vivir. Los levitas solamente poseían pequeñas porciones de tierra exclusivamente para el domicilio.

 

         Otro tipo de conflicto, en relación con la espiritualidad, es la escogencia o selección de alguna de las muchas organizaciones existentes, ya sean, congregacionales, denominacionales o eclesiásticas para participar o pertenecer fielmente. En el mundo todas estas organizaciones son necesarias para dar a conocer a Cristo. Cada agrupación es útil como primer paso en la transición de lo natural a lo espiritual, hasta completar el proceso de llegar al conocimiento celestial. Aunque advertimos acerca del fraccionamiento cristianos, con sus múltiples confesiones de fe, creencias y dogmas, muchas veces conflictivas, controversiales, discrepantes, disonantes y polémicas, con confabulación, complot e intriga, se considera su existencia como necesaria para llevar la palabra de Dios a todas partes, tener grupos y lugares físicos de congregación o reunión, una forma organizada de socializar espiritualmente y tener comunión con otras personas afines al cristianismo, promover el evangelio hasta lo último del planeta y dar a conocer a Jesucristo a todas las naciones, practicar el simbolismo del bautismo en la aceptación de Cristo como Señor y único Salvador, analizar y estudiar periódicamente la palabra de Dios en comunidad, además de otras actividades relacionadas con el quehacer y movimiento eclesiástico. La distribución y publicación de literatura afín y la programación de información en sitios web.

 

         También las organizaciones de grupos congregacionales, eclesiásticas y denominacionales, son necesarias para tener el apoyo de otras personas, a la hora de enfrentar el conflicto y las pruebas que ofrece el diario vivir, las comúnmente vicisitudes de la vida, tanto adversas como de prosperidad espiritual, sin olvidar la práctica de la consideración, empatía, equidad, justicia, respeto, solidaridad y transparencia, de forma clara, cristalina, limpia y pura. El establecimiento de grupos de estudio bíblico local, posibilita mejorar el comportamiento y conducta de sus integrantes. Esto contribuye a mejorar la sociedad, con el ejemplo, modelo y testimonio de vida en comunidad espiritual, contrario a las malas costumbres y los vicios. Lo que comúnmente se llama vida de mundanalidad, del mundo humano más que del mundo de Cristo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre” (1 Juan 1.15 al 17 – RVR1909).

 

         La divulgación, promoción y práctica de los principios y valores de Jesucristo, permite a sus seguidores ser mejores personas, aunque parezca utopía la perfección de las personas. Jesús con su vida como humano demostró la capacidad y posibilidad de que otros humanos practiquen su enseñanza y mensaje, para caminar en obediencia en el proceso de la perfección en la cotidianidad. La historia cristiana del pasado, con sus guerras y masacres religiosas, de ninguna manera representa el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo y la superación de las pruebas de la vida. Jesús dijo a sus adversarios, los que no creían en él:

“Y decíales: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados: porque si no creyereis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Y decíanle: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: El que al principio también os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros: mas el que me envió, es verdadero: y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. Mas no entendieron que él les hablaba del Padre. Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre” (Juan 8.23 al 29 – RVR1909).

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