El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.
—2a. de Pedro 3:9

¡Que venga el Señor! Este grito de la iglesia temprana, especialmente durante los tiempos de prueba, persecución y dificultad debe ser acompañado con el reconocimiento que el mundo que nos rodea está perdido. Nuestra pasión por la venida del Señor debe ser igual a nuestra pasión por compartir su gracia con los que no han llegado al arrepentimiento, cambiando sus vidas para servir al Señor quien murió para traerles vida. Hasta que venga, hagamos su obra de traer a los demás al arrepentimiento y salvación en Él.

Oh Dios de Paciencia, utiliza todo tu poder y gracia para traer a mis seres queridos al arrepentimiento, para que cuando aparezca Jesús puedan compartir mi gozo y tu salvación. En el nombre de Jesús, único salvador, oro, Amén.

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