CONVERSACIÓN DEL LÁTIGO Y EL ESCUDO

ESCUDO:
-Látigo cruel, despiadado y fiero,
¿qué te incita azotar?
desangrar espaldas es tu deleite,
jactancia hallas en masacrar.

LÁTIGO:
-Te equivocas, soy látigo justiciero,
no me acuses injustamente,
porque útil soy para lo que debo.
Pago con justicia al malhechor,
flagelo lo que en su medida merece.

ESCUDO:
-¿Lo que merece el pecador?, látigo cruel;
¿merecía tu castigo Jesús de Nazaret?
Y tú te llamas justo, bestial castigador;
Verdadera justicia desciende del cielo,
a ti no pertenece... Reconoce tu rencor,
golpea tu odio encendido, brasa de volcán;
En sangre derramar, hallas gran delirio.

LÁTIGO:
-Miedoso, palabras pávidas emites:
¿seré como tu, solamente vidas preservar,
y en la guerra, no arremetes?
Resistir, ver la lucha pasar,
quieto aguante… dura pasividad.

ESCUDO:
-No, látigo brutal,
Un escudo es honor, coraza de dignidad;
Favor al valiente, es mi fiel cometido;
Mil, hizo Salomón, para el templo del Altísimo,
En Cantares, mil escudos en la sulamita.
¡Mas a ti... solo furia ciega te incita!
¿En golpear al inocente hay honestidad?
¿Escarnio al que no lo merecía?
Recuerda Isaías: "Escudo en un varón,
como escondedero contra el viento,
refugio contra el turbión".


AMÉN